lunes, 15 de mayo de 2017

Tinieblas es mi hogar ... tengo años enraizado en este lugar. He tenido varios periodos de existencia. Dos en la existencia natural, la primera una vida común y corriente consumada por codicia y veneno femenino, cosa que me llevo al infierno. La segunda por regeneración de labios preciosos de una especie de deidad que regeneraba carne, órganos, y piel. La que me saco del infierno. Una estancia enorme en el infierno rojo, donde me convertí en una de las criaturas que habitan. Y una reciente estancia en el infierno azul. 

Infierno azul, el cual tampoco me permite volver a la realidad. Y tampoco es que tenga ganas de volver, la última vez que regrese a la humanidad fue horroroso sentir el merced de la diosa que me cuidaba. Un esclavo de besos y caricias. No podía alejarme mucho o corromper su voluntad, pues mi piel empezaba a caerse de nuevo. Mi segunda oportunidad como ser viviente (pero antinatural) era a menester de mi dulce diosa. Cuando en soledad buscaba caminos en la tierra y me adaptaba nuevamente al mundo de los vivos empece a sentir nuevamente el dolor, mis tendones dejaban de funcionar y mi cara enchuecarse, debía regresar por el nectar de su boca. Ella fue la satisfacción después de tanto sufrimiento, fue la carcajada de la locura. Belleza indiscutible, la tranquilidad de su proximidad era sentir una caricia de todas las cosas que existen. 

Cuando descubrí que podía caminar cuando estaba lejos de ella sin temor a descomponerme fue una decepción. Supe esto pues camine días con apariencia humana. Fue la ocasión donde ella estaba ocupada con un muerto sanándole. Eran celos de mi parte, pero me iba sin importar si regresaba a ser un torso arrastrandose. 

Regrese a su lado por sentimiento, sentimientos que tenía perdidos por siglos hasta que ella apareció. Un acto divino, el besar la boca de una deformidad, sus llamados me sacaron de el infierno rojo. Y al salir en un portal al desierto de la Tierra fue cuando me esperaba, y yo arrastrando mi asquerosa forma existencial hacia su bella luz. Se agachó, me tomo con sus manos y me beso ... pude sentir nuevamente el aire, el ardor del polvo, volví a saborear. Cerré mis ojos y cuando los abrí yo ya formaba de un cuerpo con piel, desnudo, tenía todas las extremidades de un hombre ... el renacimiento como humano. 

De igual forma me castigo al final por irme ... regrese a su majestuoso santuario. Me tomó fuerte de la cintura, y beso mis labios, pero los suyos sabían extraño. Le grite de frente, muerto de celos. Vi una lagrima caer, y mi cuerpo se empezó a descomponer nuevamente, la diosa me quito lo que me dio. Mis ojos solo podían mirar su coraje y ojos rojos. Perdí las piernas, mi cuerpo cayo al suelo y con mis brazos me arrastre, seguí reclamando y mi brazo derecho se cayo. Ella pateo lo que quedaba de mi cuerpo y cayo por escaleras. Siguió mis huellas de sangre, escupió y mientras se regeneraban mis piernas, ella las arrancaba con sus pies. Arrastre mi cuerpo a todos lugares posibles hasta la salida, me escondí entre la oscuridad. Empezó a llover, entre el follaje me perdí y permanecí oculto mucho tiempo. Cada día volvía mas mi forma demoniaca ... Hasta tomar la decisión de volver a aquel umbral que me llenó de penas. Esperar para volver a mi hogar, los infiernos. El umbral me arrojo al infierno pero no al infierno que estaba acostumbrado. Esta vez el azul dominaba, y los habitantes del infierno parecían sacados de otros sitios. Los colores y formas eran distintos a cualquier cosa imaginada ... No estaba seguro si era un infierno, o un mundo diferente. Lo que si estaba seguro es que ya no estaba en la Tierra ... los límites de ese lugar eran infinitos ... 


-diario de un cadáver-

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