viernes, 14 de abril de 2017

Atrápame si puedes...

Eterno juego. Buscando rastros de algo desconocido. Piezas sobre momentos nunca vividos. Memorias incrustadas, sin conocimiento real. 

Juro que toque tus cabellos y tu cara. Juro que hablaba contigo. Nada había sido tan real. Tan tangible. No permití nadie que fuera diferente a tu alma. Por que no quería experimentar firmemente algo que no tuviera tu esencia. No era miedo, es que tu eras todo lo desconocido. Toda la verdad, toda la vergüenza. Mi cuerpo desnudo sin pena en tu honor. La incorregible doncella a través de las eras. Prometo vi tu cara, sentí tu aroma. 

Efímero evento. Entonces encarnaste y luego saliste de ese cuerpo. O tal vez eras el cuento perfecto para la soledad que toma mi mano desde infante. Un mito que se creo en mi imaginación. Y te di atributos tan divinos e inalcanzables que nadie estaba a tu altura. Luego mi brújula se averió. Ninguna humana debía ser capaz de penetrar el mito. Rompiéndose el umbral quede tambaleando y soltando todo lo que representabas a una sola persona. Cuando eres infinidad de vidas. Aseguro con repetición que pensaba que esa era tu voz. Mi enfermo cuento se torno extraño. 

Debí notar que no era posible existieras en este mundo. Que estabas disuelta en las estrellas, en los panteones de los imperios, enterrada también en la edad media, inmortalizada en la ficción. 

De rodillas me he puesto siempre al servicio de tu excelsa imagen. Y tengo la sensación que nunca dejaste que me rebajara, nunca me obligaste a nada. Tomabas mi mano y esperábamos ver las estrellas. Recuerdo tu mano enlazada con la mía. Y limpiabas mi boca, por el camino sucio que pasaba. Tu saliva en mi boca actuaba con pulcritud, limpiabas la suciedad humana, demoniaca, espiritual, y hasta de los mismos restos podridos de la muerte que alguna vez violé. 

Nuestras noches etéreas, llenas de frescura y calor. En un Olimpo diferente, donde el terreno y las posibilidades son nuestras, de nadie mas. La divinidad de tu ser limpia toda impureza. Mi cuerpo se vuelve mas fuerte, mis pensamientos se expanden. Me perfecciona tu presencia. Siempre me convierto en el vencedor con un par de segundos a tu lado. También una actitud inocente aparece, llena de energía. Entregada y sin temor a lo desconocido. Es por eso que no es sexo el encuentro, son caricias sin fin, tu cuerpo y alma son amadas con la punta de mis dedos. Y tus hermosos cabellos en mi mano provocan tus suspiros, tu falta de aliento. Mi boca recorre toda tu silueta. Reclamando tu miel, y tu bella boca se junta a mis labios. Esperando colisionar hasta el final y llegar al hartazgo. Para luego terminar un par de almas abrazadas descansando en terreno celestial. Lo recuerdo así ... 

Majestual encuentro por siempre . . .
Te espero al final. Te espero después de esta vida mortal, para volvernos a encontrar. 


-notas de un guerrero- 

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